La última toma de declaraciones en sede judicial por el caso contra Rafa Mir y un amigo del delantero por presuntos delitos de agresión sexual –con acceso carnal en el caso del todavía futbolista del Valencia– no dejó este lunes en buen lugar ni la tesis de la defensa ni a la propia Policía Local de Bétera. Los dos vigilantes de la seguridad privada contratada por la urbanización Torre en Conill,en la ciudad del Turia, donde se encuentra el domicilio del futbolista en el que presuntamente se produjeron las agresiones sexuales el pasado 1 de septiembre, que acudieron esa mañana a auxiliar a las dos jóvenes, de 21 y 25 años, fueron rotundos al afirmar ante la jueza que escucharon perfectamente a una de las chicas decir, en presencia de los agentes, que Rafa Mir le había introducido los dedos.

Ambos testigos comparecieron ayer en el Juzgado de Instrucción número ocho de Llíria, que lleva la causa, para aclarar lo que vieron y escucharon la mañana de los hechos al acudir al domicilio del futbolista requeridos por un vecino, quien ya declaró a finales de noviembre, el mismo día que los tres agentes y un oficial de la Policía Local de Bétera que estuvieron en el servicio.

Los dos vigilantes de Levantina de Seguridad, cuya ideología no se caracteriza precisamente por ser defensora del movimiento 'Me Too', han desmontado con sus afirmaciones la tesis de la defensa, que se aferraba al hecho de que la joven no hubiera contado en un primer momento que había sido agredida sexualmente por Rafa Mir. De ser así tampoco sería algo que invalidara su credibilidad, pero es que además la joven ha mantenido siempre la misma versión, ante la Guardia Civil y ante el juzgado, que sí contó a los policías que había sido víctima de una agresión sexual con acceso carnal, y que estos le restaron importancia.

Los testigos describieron este jueves el mal estado en el que se encontraba una de las jóvenes, mientras que la otra era ajena realmente a lo que le había pasado a su amiga, lo cual coincide con el relato de ambas víctimas. Asimismo, aseguran que escucharon como en un momento dado la joven presuntamente agredida hasta en dos ocasiones por Rafa Mir -una en la piscina y la otra en el baño– les dice textualmente: "¿Cómo que no ha pasado nada? Me ha metido los dedos".

La defensa de Mir trató de cuestionar a los vigilantes de si ante esa afirmación no hicieron nada. Los testigos explicaron que ellos no eran nadie para decirle a la policía lo que tenían que hacer, pero que les llamó la atención que los policías no detuvieran al futbolista y si centraran más en la otra agresión que refería la segunda víctima, que presentaba una lesión en el labio, causada por el otro investigado, Pablo Jara.

La propia denunciante siempre ha mantenido que los agentes "no mostraron mucho interés en averiguar lo sucedido" y que mantenían una "conversación distendida" con el futbolista. 

Con la declaración de ayer queda en entredicho el testimonio de los cuatro policías, quienes ratificaron ante la jueza el pasado 27 de noviembre, que en ningún momento las jóvenes les refirieron hechos que fueran susceptibles de haber sido víctimas de un delito sexual, de ahí que no lo recogieran en el atestado. En el juicio se tendrá que ponderar el testimonio de unos y otros como elementos periféricos para corroborar la declaración de las víctimas.